“Muchos médicos en otros centros de salud me decían que no iba a llegar ni a los 18 años por mi problema de corazón. Era muy feo saber que me iba a morir.
Después de la cirugía supe que estaba bien, que Dios había escuchado mis súplicas. Hoy estoy aquí gracias a la Fundación, al Hospital Metropolitano y a todos sus médicos que intervinieron en mi cirugía.”